Todos hemos tenido alguna vez una voz interior que en un momento determinado nos ha desanimado a base de palabras cargadas de inseguridad, desembocando en un mar de pensamientos negativos, que nos hemos llevado a la cama y no hemos sido capaces de controlar.
Hoy vamos a ponerle nombre a esa voz, vayamos al principio.
La autoestima, que es el concepto que tenemos de nosotros mismos, comienza a desarrollarse desde pequeños. De niños somos conscientes de la retroalimentación o feedback que nos dan a través de las críticas o los elogios y felicitaciones. Empieza a desarrollarse entonces esa necesidad de cumplir con las expectativas de los demás, buscando en las alabanzas, la aceptación y el reconocimiento, un feedback positivo.
Aunque como todos sabemos, no siempre lo que recibimos es una retroalimentación positiva. Más tarde o más temprano nos vamos a encontrar de frente con un comentario o comportamiento negativo de alguien sobre o hacia nosotros, como una mala palabra por parte de un profesor, del jefe, de un compañero de clase o de trabajo, o de los padres, que puede repercutir en ese concepto que tenemos sobre nosotros mismos.
Sin embargo, lo más peligroso viene cuando tras esa crítica negativa no hacemos un buen trabajo emocional para controlar la forma de canalizarla y acabamos asimilándola como parte de nosotros.
Otra de las principales razones por las que nuestra autoestima puede verse afectada, es que ideamos unas creencias irracionales sobre nosotros mismos y sobre los demás, que pueden afectar en la seguridad y confianza que debemos tener en nosotros mismos.
Estas creencias irracionales son ideas autodestructivas, fijas y automáticas, que nos hacen sufrir y nos desalientan. Y es que es nuestra manera de interpretar los hechos lo que hace que respondamos emocionalmente de una manera u otra. Por ejemplo, una de estas creencias irracionales puede darse cuando un niño piensa erróneamente que como es malo sus padres se han divorciado, lo que influye en su autoestima.
Enfrentarse a los feedbacks.
Así que tanto si el feedback negativo proviene de nosotros mismos, como si viene de terceros, deberemos trabajar para cambiar esos pensamientos y ayudarnos a conseguir la seguridad y confianza dañadas en nosotros mismos, ya que podrían acabar haciendo un daño emocional importante. Hay que reemplazar los pensamientos negativos por pensamientos positivos y silenciar esa voz interior de la que hablábamos al principio y que en algún momento hemos escuchado. No es un trabajo fácil y debemos ser constantes para lograr el cambio.
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