Llega Septiembre y con él la vuelta a la rutina y el fin de las vacaciones. Hay que hacer las maletas de vuelta, organizar el nuevo curso y poner todo a punto. Y aunque los hábitos y costumbres nos ofrecen beneficios sociales y personales, para muchos la llegada del fin de las vacaciones y del descanso es difícil. Y para los más pequeños supone un momento de cambio que puede resultar costoso.
Algunas de las manifestaciones en niños ante el comienzo del curso y la vuelta a las clases pueden ser nerviosismo, tristeza o inquietud. Esto es debido a la incertidumbre y a lo que piensan que será una pérdida de libertad y de ocio, y la llegada de una carga de obligaciones y deberes.
Existen algunas pautas facilitadoras que podemos llevar a cabo para que los niños se adapten de forman positiva y sientan que los tenemos en cuenta y pueden contar con nosotros en el proceso.
Ante esta situación de transición lo más importante es mostrar normalidad y no dramatizar la situación. Es totalmente natural que algunos pequeños lo pasen mal. Los adultos también sentimos pesar ante la vuelta al trabajo pero debemos mostrarnos positivos ante el cambio. Lanzar frases de aliento y refuerzo les ayudará a manejar mejor la situación.
Es importante que los escuchemos y les demos la confianza y el espacio necesarios para mostrar sus emociones y sus inquietudes. Además debemos acompañarlos y resolver sus dudas. De esta forma se sentirán más seguros e implicados en el proceso.
Podemos informarles de cómo va a estructurarse el curso, de sus horarios, el día que empezarán las clases… Anticiparles que es lo que va a ocurrir reducirá su inquietud ya que serán conocedores de lo irá sucediendo.
También ayudará que a medida que se acerque el comienzo de las clases, vayan realizando actividades relacionadas con el cole (material escolar, libros, agenda, lectura…) y que empiecen a adoptar horarios parecidos a los del curso escolar para que se vayan adaptando poco a poco. Pero también que cuando el curso comience sigan realizando actividades de ocio y al aire libre al igual que durante el verano.
Debemos tener en cuente que uno de los factores más importante es la actitud que los adultos mostremos, ya que ellos perciben y aprenden de nuestras actitudes y comportamiento.
Cómo comentamos al principio, es normal que los niños sufran el cambio y que la vuelta no sea sencilla, pero que esto se extienda mucho en el tiempo o en niños de más de siete u ocho años pude ser síntoma de que esté ocurriendo algo más. En este caso debemos buscar cuales pueden ser las causas de su estado, comunicarnos con el colegio y establecer un ambiente de comunicación con el pequeño. Y si fuera necesario, buscar apoyo.
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